Lejos quedan ya los debates que surgieron durante la reimplantación en diferentes ciudades españolas, aludiendo el riesgo de atropellos o la ocupación innecesaria del espacio urbano.
Miedos sin fundamento alguno, como lo muestra por ejemplo el dato de siniestros viales en la ciudad de Vitoria: de los 4.430 accidentes de circulación que se produjeron en 2016, tan solo en 25 estuvo implicado el tranvía. O lo que es lo mismo, un más que residual 0,5%.
El tranvía es por hoy uno de los modos de transporte que da más color a la movilidad sostenible y a las ciudades. La recuperación por parte de muchas ciudades como Vitoria, Barcelona, Sevilla, Murcia , Bilbao entre otras hace que a día de hoy sea una de las opciones más atractivas para moverse por las ciudades.
Su reimplantación marca una estrategia a nivel global dentro de las ciudades, y gracias a sus proyectos de reintroducción hace que se revitalicen y se rehabiliten espacios urbanos que estaban en declive.
Además, a su integración dentro del ecosistema de la ciudad se une el hecho de que sus costes en infraestructura son mucho menores que la creación de líneas de metro.
Uno de los aspectos que más suele destacar en el uso de tranvía es la intermodalidad, que facilita la conexión con otros medios de transporte dentro de las ciudades de una forma sencilla. Las frecuencias con las que circula permiten que no sea apenas necesario conocer los horarios de paso.
También resultan muy funcionales como atractivo turístico, ya que en muchos casos permite a los turistas moverse cómodamente por los diferentes puntos de la ciudad a la vez que pueden contemplarla desde el interior del tranvía.
Además, en casos como los de Barcelona o Murcia es un transporte que conecta directamente con las universidades, haciendo que su uso sea especialmente popular entre los más jóvenes.
El tranvía se ha ganado el derecho de formar parte de la planificación en materia de movilidad que hacen los gobiernos locales.