En ella tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano la visión que presentan tanto el urbanismo como la movilidad feminista, un mirada que viene presentando el Col-lectiu Punt 6 desde 2005. Pudimos hablar también de la convergencia de caminos entre la movilidad sostenible y la movilidad feminista, de la necesidad de visibilizar los cuidados y de tenerlos en cuenta en el desarrollo de políticas de movilidad, y de lo determinante que puede llegar a ser la percepción de seguridad a la hora de definir la movilidad de las mujeres.
¿Qué es Col-lectiu Punt 6 y cuál es su origen?
Col-lectiu Punt 6 es una cooperativa de arquitectas, sociólogas y urbanistas que lleva trabajando desde 2005 en integrar una perspectiva feminista en todo el ambito del urbanismo, la arquitectura y movilidad.
Estamos basadas en Barcelona pero hemos hecho trabajos en más de 30 ciudades y pueblos del territorio catalán, español y de América Latina y el norte de África. Hacemos proyectos vinculados a urbanismo y arquitectura, procesos participativos y de acción comunitaria, actividades de sensibilizacion, capacitacion y formación de equipos tecnicos en el ambito del urbanismo feminista, y siempre que podemos hacemos investigación-acción participativa trabajando ciertos temas que desde las administraciones públicas no se promueven.
Ya que lo has mencionado previamente ¿Qué es lo que intenta poner en valor el urbanismo feminista?
El urbanismo feminista lo que intenta poner en valor es la vida. Vivimos en ciudades diseñada desde una mirada androcéntrica, patriarcal y capitalista que lo que pone en el centro es la producción, el trabajo remunerado, el consumo y sacar el máximo beneficio del territorio.
Esto se ha hecho pensando en un ciudadano modelo, vinculado a esa visión androcéntrica de hombre blanco de clase media, con trabajo remunerado y con todas sus capacidades. Y esa manera de construir ciudades nos hace vivir en lugares donde el 70% del espacio lo ocupan los coches, pensando siempre en la actividad productiva pero no en otro tipo de actividades. No responde a la mayor parte de necesidades de las personas y en particular de las mujeres, que somos más del 50% de la población.
El urbanismo feminista propone cambiar prioridades y poner en el centro la vida cotidiana de las personas, y sobre todo visibilizar y valorar cómo construimos ciudad todos los trabajos de cuidados.
Sin los cuidados, tanto de la naturaleza como de las personas, el mundo no se reproduce. Desafortunadamente, las mujeres seguimos siendo las mayores cuidadoras del mundo, compaginando dobles y triples jornadas de trabajo. Somos el 85% de las cuidadoras no remuneradas. Es muy importante visibilizarlo para que los cuidados dejen de ser una responsabilidad única de las mujeres y pasen a ser compartidas pública y comunitariamente.
El segundo objetivo del urbanismo feminista es integrar una visión feminista en el abordaje de la seguridad en las ciudades e integrar las violencias machistas, que limitan el derecho a la ciudad, y las percepciones del miedo, que también son diferentes en función del género.
Todo ello no es posible si no es a través de la participación y la acción comunitaria de los vecinos y vecinas, que son los que mejor conocen sus territorios y viven su barrio intensamente en el día a día. Pero en particular es importante la participación de las mujeres, que son las grandes excluidas de la planificación urbanística. Se trata de disciplinas muy masculinizadas donde también se reproducen dinámicas condescendientes que han invisibilizado la contribución de las mujeres.
¿Igual que se habla de urbanismo feminista se debe hablar también de una movilidad feminista?
Sí, de hecho nosotras hablamos de urbanismo pero trabajamos con diferentes variables. Y precisamente el ámbito de la movilidad y el transporte es un ámbito muy movilizado. Se habla mucho de movilidad sostenible pero no se habla de que las mujeres hace décadas que tenemos unos hábitos de movilidad más sostenibles que los hombres. En cambio, las políticas de movilidad no han mirado cómo aprender de esas dinámicas de movilidad sostenible.
Se ha planificado desde la mirada entendida como movilidad al trabajo o al estudio, que la ha valorado como central definiendo perfil mayoritariamente masculino. Sin embargo, la movilidad más habitual no es al trabajo o al estudio sino que es la movilidad de cuidados o de actividades vinculadas al ámbito personal.
Se debe hablar de cómo integrar esta movilidad feminista en el estudio y analisis de la movilidad para poder tener información compleja del conjunto de la población y poder realizar políticas de movilidad tanto a nivel de gestión, relación y construcción de infraestructura con esta perspectiva.
Antes hablabas de la importancia de la percepción de seguridad en la movilidad en comparación con la movilidad entre hombres y mujeres ¿Cómo de determinante es este factor a la hora de definir la movilidad de las mujeres?¿Qué otros factores consideras que son también igual de determinantes?
Son super determinantes porque las percepciones de seguridad limitan la movilidad de las mujeres, sobre todo a ciertos horarios. A las mujeres se nos socializa para tener miedo a la noche y a tener miedo a la violencia sexual, y estamos expuestas a diferentes formas de violencia machista y sexual cuando nos movemos.
La primera encuesta de acoso sexual en el transporte público en la región de Barcelona lo muestra: más de un 50% de las mujeres encuestadas han sufrido algún episodio de acoso sexual en el transporte público en los últimos dos años.
Los hombres tienen miedo, pero a otras cosas, y no es un elemento que limite su movilidad según los diferentes estudios realizados. El miedo se relaciona más con otros tipos de violencias más físicas, pero no relacionadas con el ámbito sexual, a excepción de hombres no binarios o que tienen una identidad trans o LGTBI. Por lo tanto, este tipo de violencia no afecta a partes tan íntimas de su cuerpo.
Es además una violencia que no explicamos. Vivimos en un sistema que nos ha culpabilizado y sigue culpabilizando por ser victimas de violencia sexual y machista. Nosotras miramos la percepción de seguridad vinculada a la violencia machista, pero también cómo el género influye en la percepción de seguridad vial. También se reproducen estereotipos: a los hombres se les educa a ser valientes, a correr, a no tener miedo, tanto si van en moto, coche o en bicicleta; mientras a las mujeres se nos enseña a tener miedo.
¿Cómo se traslada a la práctica? Hemos hecho un estudio longitudinal en Barcelona en los últimos tres años con mujeres, introduciendo la perspectiva feminista, y uno de los elementos que tocamos es la percepcion de seguridad. En este estudio observamos que el 50% de las ciclistas de Barcelona han vivido situaciones de acoso o violencia de género y eso impacta en su movilidad. En cómo les afecta ir en bicicleta y los recorridos que hacen.
Además este acoso muchas veces se diferencia del acoso vial, en el que existe también un bias sexista: los insultos, la manera de acosarnos también es diferente a la de los hombres, son insultos machistas.
También recogemos datos de las no ciclistas que se mueven en Barcelona para saber por qué no se mueven en bicicleta. Y cuando se pregunta sobre las barreras, coinciden en que no hay una infraestructura ciclista completa, que enlace los carriles bicis y que esté separada y segregada del tráfico motorizado, que es hostil y causa miedo: a ser atropellada, a tener una caída o a sufrir acoso vial.
Es importante que haya vías ciclistas exclusivas separadas, que nos permita ir a diferentes ritmos sin necesidad de ir con prisa, o para poder ir acompañadas de personas dependientes que van en bicicleta.
¿Cuáles serían los puntos clave que deberían solventarse de forma urgente para que las situaciones de acoso vial se reduzcan?
Se requiere una combinación de factores. Colectiu Punt 6 realizamos un documento de recomendaciones para incoporar la perspectiva feminista a la movilidad ciclista de Barcelona. Y trabajamos con los criterios de género desarrollados en Col-lectiu Punt 6 en temas de movilidad y con la política integral de la bicicleta.
Es una cuestión de cómo estudiamos y analizamos la movilidad ciclista de Barcelona, donde no solo se recojan datos segregados por género sino también por otras variables identitarias para poder hacer análisis interseccionales, porque ni todas las mujeres somos iguales ni todos los hombres son iguales. Por edad, origen, si eres persona racializada, si tienes diversidad funcional…y entender todo ello desde una perspectiva feminista. Para eso es necesario formación y especialización.
Evidentemente el tema de infraestructuras también es importante: ¿Cómo son los carriles bici?¿Cómo son las vías ciclistas?¿Son vías que permiten ir a diferentes ritmos, que permiten adelantamientos?¿Son amplios?¿Permiten ir acompañados?¿Están señalizados? La señalización es elemental porque no todo el mundo puede depender de un móvil, y las bases de mapas de movilidad ciclista no son tan buenas todavía. Entonces es importante señalización vertical, sin obstáculos, con infraestructuras ciclistas.
En Barcelona han puesto parkings de motos en las intersecciones que hay entre carriles bici en la calzada. Eso es peligroso porque es una barrera visual cuando el coche gira. Pero además cuando eres una persona que va con un ciclo adaptado más bajito que una bicicleta es todavía más peligroso. Deben existir toda una serie de elementos de infraestructura que no se planteen solo en clave de actividad productiva.
También hay un elemento educativo de cara a promover el uso en ciudades cuya movilidad está dominada por el coche. Deben haber también cambios de normativa.
En definitiva, una serie de elementos combinados para que se puedan incorporar esta perspectiva de manera transversal en toda la política de movilidad ciclista de una ciudad.
¿En qué caminos convergen la movilidad sostenible con la movilidad feminista?¿Es realmente posible que existe una movilidad feminista que no sea sostenible?
La movilidad feminista per se es sostenible. Algunos discursos de movilidad sostenible no son feministas y han estado dominados por voces masculinas muchas veces de clase media alta privilegiada.
En la mayor parte de los territorios las mujeres nos movemos a pie y en transporte público. En Barcelona el uso del coche es mayoritariamente masculino. En la bicicleta hay una brecha de género, con un 35% de mujeres ciclistas en Barcelona. Es una brecha que todavía existe.
La movilidad feminista es sostenible porque bebe del ecofeminismo, que siempre ha reivindicado que la lucha contra el cambio climatico no se puede entender sin comprender la crisis de los cuidado, que ha sido la que ha traslmitidado el tiempo de las mujeres por ser las cuidadoras. La movilidad feminista no puede entenderse sin entender cómo mejorar la movilidad activa o el transporte público, que da respuesta a otras actividades de la vida cotidiana y en particular a las actividades de cuidado y reproducción de la vida.
Las ciudades que más se preocupan no solo por la movilidad sino también por la habitabilidad de espacios públicos parece que son las que están generando nuevas formas de movilidad ¿Concordáis con ello?
El feminismo no se aplica automáticamente. El trabajo de recomendaciones que hicimos al ayuntamiento de Barcelona surge de que cuando empezaron con la Covid a ampliar espacios de movilidad a pie, aceras y de movilidad ciclista, que se volvió a hacer de una manera jerárquica sin tener una perspectiva feminista. No se entendía cómo debería ir acompañada la infraestructura del cuidado, ni se tenía en cuenta la diversidad de los desplazamientos.
Ahora que está de moda sacar los coches de la ciudades, algo que se reivindica desde el feminismo desde hace 5 décadas, puede parecer que sea una medida feminista. Depende. En Barcelona se siguen haciendo infraestructuras sin esta mirada. Si son estrechos, sin señalización, si no permiten avanzar, si hay barreras de visibilidad, si no conectan los distintos espaicos, hay mas infraestructura pero no necesariamente en clave feminista. No es automático, se debe incorporar la mirada transversal, una manera de trabajar que se incorpora en todas las fases de planeamiento o políticas de movilidad.
¿Qué deberían trabajar las institución que deseen trabajar en políticas de movilidad en clave feminista? ¿Qué le dirías a aquellas instituciones que lo de la movilidad feminista les pueda sonar un poco a chino?
Como los idiomas, se aprenden y te has de formar. Es importante la formación en temas de perspectiva feminista. Hay una desvalorización que dice que el feminismo es simplemente sentido común, pero requiere aprendizaje y capacitación.
Debe haber una voluntad técnica y política para poder aplicar esta perspectiva. No es difícil, ni imposible, ni utópica. Es una cuestión de voluntad y de tiempo, porque los cambios radicales se hacen en el día y poco a poco, con mucha insistencia y paciencia.